Patrick Süskind autor de “El perfume”, la obra que a día de hoy es la más conocida de todas las que ha escrito. Sin embargo, su primera obra fue un monólogo teatral titulado “El contrabajo”, escrita en 1981 y publicada como libro en 1984.
Es una obra breve, que se desarrolla en la habitación de un funcionario de la Orquesta Nacional, contrabajista, que tiene como única compañía su contrabajo.
Durante todo el monólogo, el músico y un hipotético interlocutor, descubre el extraño vínculo de amor y odio, de atracción y rechazo que tiene con el contrabajo. En esta relación el músico humaniza al instrumento, de manera que lo cuida, le da calor, lo arropa contra el frío y la lluvia. El contrabajo es como su compañera y ha llenado sus carencias afectivas.
Tan pronto utiliza la ironía contra el instrumento, lo engrandece y le da tanta importancia, que lo convierte en un monstruo que lo tiene preso y apenas le deja hacer nada. En otras ocasiones, adopta un tono melancólico, se lamenta por la insignificancia de su instrumento y en cómo esta insignificancia ha configurado su vida en los mismos términos. Esta extraña relación con su instrumento sirve también para desmitificar el mundo de los músicos, para dar un retrato humano de este mundillo: envidias, rivalidades, celos...
Para los que no lo han leído, pongo algunos fragmentos para que se animen a leerlo.
“...Sólo quería dejar bien sentado que el contrabajo es el instrumento central en la orquesta. En el fondo lo sabe todo el mundo, sólo que nadie lo confiesa abiertamente porque el músico de orquesta es por naturaleza un poco celoso....”
“...Como contrabajo necesito una mujer que represente todo lo contrario de lo que yo soy: ligereza, musicalidad, belleza, felicidad, gloria, …”
“...Para tres semitonos se necesita todo el ancho de la mano. ¡Para tres semitonos! Esto, por ejemplo...... Y cuando pulso una cuerda de arriba abajo...... tengo que cambiar once veces de posición. Es un puro deporte de atleta. Hay que pulsar cada cuerda como un loco, observe bien mis dedos. ¡Fíjese! Callos en las yemas, mírelo, y estrías muy duras. En estos dedos ya no tengo tacto. Hace pocos días me quemé uno y no sentí nada, no me enteré hasta que percibí el hedor del callo quemado...”
“...Un conocido mío tuvo una vez relaciones con una cantante durante un año y medio, pero era violoncellista. El cello no es tan voluminoso como el bajo. No se interpone de forma tan contundente entre dos personas que se aman. O desean amarse.....”